Las necesidades de la reforma:
   Las verdaderas reformas en las  fortificaciones de la   Ciudadela se inician en 1.687, cuando se construyen obras  nuevas como la torre  de la Concepción y el Hornabeque,  o fuertes como San  Antonio de la Marina,  San José Bajo y Santiago exterior. Aunque estos trabajos se  paralizaron durante la Guerra  de Sucesión española (1.701-1.713), se verá transformada  completamente su fisonomía fortificada a partir de 1.714, cuando prestigiosos  ingenieros  aplican en los recintos, las  nuevas técnicas abaluartadas procedentes de la escuela de fortificación  hispano-flamenca. 
     Desde la mitad del siglo XVII se inicia un período caracterizado por los  continuos ataques del sultán Muley Ismail a la Ciudadela,  puede decirse que durante todo el reinado de este sultán, no se interrumpieron  ni un solo momento los ataques, teniendo que destacar los de los años 1.694/95  y en 1.715  que tomaron los fuertes de Santiago, Santo Tomás, San Lorenzo y San  Francisco, quedando la plaza privada de sus defensas exteriores y por tanto  bloqueada, al no poder conseguir el propósito de entrar en la ciudad, el 11 de febrero  de 1.716 levantaron el Sitio.
     Ante la falta de medios económicos no se iniciaron obras nuevas, pero sí se repararon todos sus muros y torreones. La necesidad fue realmente apremiante  porque ante los ataques se fueron perdiendo todos los fuertes exteriores  construidos durante el siglo anterior. 
     Aunque los diferentes gobernadores repararon en lo posible las murallas  de la Ciudadela,  sus muros no estaban preparados para soportar la presión de un ejército  moderno. Y ello a pesar de las reformas que se realizó en todos los fosos de la  ciudad. 
    A partir de 1.716 el gobernador ingeniero Pedro Borrás (1.716-1.719) transforma el antiguo Hornabeque en un frente  abaluartado perfecto, con los  baluartes  de San Pedro ( C ), San José Bajo ( 3º recinto ) y San José Alto ( B ) que  definen el Segundo Recinto, denominado también plaza de Armas, donde se excavaron los calabozos del antiguo Presidio, y hoy día se conservan los  baluartes de San  José y San Pedro, unidos por una cortina con cañoneras, y los restos  de la ermita de la Victoria,  que antaño albergó la imagen de la patrona de Melilla. 
Segundo Recinto
 
 
    El segundo Recinto está  constituido por una meseta utilizada, tradicionalmente como plaza de Armas y está delimitada al norte por el acantilado de la ensenada de los Galápagos; al este  por la contraescarpada del foso de Santiago, al sur por la baterías del  Príncipe o diente de sierra; y al oeste, por el foso del Hornabeque, construido  sobre el peñón calcáreo que se interna en el mar y que separa al segundo del  tercer recinto y donde estaban los antiguos emplazamientos de los cañones de la  bateria de artillería que defendía a la Plaza.
    Otra  importante obra que se lleva a cabo en este espacio es la Luneta de Santa Isabel, cuyo proyecto  data de 1.729. Su principal función estaría encaminada a la protección del  baluarte de San  José Bajo (3º recinto),  situado en la zona avanzada del segundo recinto.
    Esta  luneta se une con murallas al fuerte exterior de San Miguel, convirtiéndose en  un elemento fundamental en la protección de las huertas próximas a la playa.  Asimismo ejercía de apoyo al espigón de San Jorge, impidiendo el depósito de arenas en la costa y en el desembarcadero  de la ciudad.
     Prácticamente todo el recinto ha sido completamente transformado al  llevarse a cabo, de manera un tanto insólita, el Plan Especial de  Rehabilitación del Recinto Interior (PERI) de  Melilla la Vieja,  ya que se ha transformado la plaza diáfana en un anfiteatro escalonado al que  todavía no se le ha asignado función. En estas páginas podrá el lector observar  las diferencias entre la disposición de antaño y la actual que se le ha dado.
   Hay que destacar que durante las obras de reformas se descubrieron  restos arqueológicos, entre los que se destaca, según Pilar Fernández Uriel (UNED Madrid): "junto a los magníficos lienzos de muro de época helenista, se  descubrieron los restos de unos cimientos de estructura semicircular. Estos  restos exhumados, en principio, resultaban difíciles de identificar e  interpretar debido a su mal estado de conservación. El Dr. Villaverde sugirió  que podríamos encontrarnos ante los restos de un ninfeo. Esta interpretación,  tan acertada como sugerente, plantea varias cuestiones: ¿Por qué se construyó  allí, precisamente un ninfeo?...." Así, se empezó a cuestionar y  debatir sobre los restos aparecidos de la Melilla antigua, conocida como Rusadir, que,  al parecer sin duda, se enclavó, principalmente, en este segundo recinto como  demuestra este ninfeo, monumento de carácter ornamental e hidráulico dedicado a  las ninfas, hijas de Zeus, que personificaban las fuerzas naturales. 
   Estos restos influyeron para que se intensificara una campaña de  excavaciones que ha dado sus frutos, con numerosos restos romanos y de  anteriores civilizaciones. Sin embargo, no se pudo evitar que se instalara la  mole de hormigón, que hoy guarda para el futuro lo que nos legó el pasado.
 
  
   Por lo demás el segundo Recinto, primer espacio que utilizaron los  españoles para vivir desde su llegada, tiene hoy en día la disposición que se  le dio a principios del siglo XVIII, cuando, según el historiador Jesús Sáez Cazorla, "se construyeron varios cuarteles para ubicar  el presidio de la ciudad con capacidad para más de 300 hombres. En 1.764, el  penal de Desterrados contaba con una serie de cuevas excavadas en la roca que  servían de calabozo y que todavía pueden visitarse. Existía también una noria  para extraer agua potable, aunque su calidad no era muy buena, por ser gorda y  salitrosa y para el consumo humano se depuraba en los aljibes del primer  Recinto". Esta noria es otra prueba, junto al ninfeo, de que la zona  se habitó desde antiguo por la existencia de agua potable, además de ser el  lugar idóneo para defenderse. De hecho, ese pozo fue utilizado hasta bien  entrado el siglo XX.
   En esta plaza, se ubicó también la primera iglesia de la ciudad, la  ermita de la Victoria. Como hecho a destacar, entre los que sucedieron a través  de los siglos, está el pasaje de "la Manganilla de Melilla", del dramaturgo  Juan  Ruiz de Alarcón (1.612), que trata de un supuesto  encantamiento de la guarnición de Melilla por parte de Adi Mahamete Bu Balac, morabito de la zona, para tomar la  plaza sin resistencia por parte de los imazighen. Los españoles añadieron más  bulo al supuesto encantamiento y cuando los seguidores del morabito intentaron  tomar la plaza: "entraron portando  bandera, y al pasar la segunda puerta hallaron a un lado de ella varios  soldados armados, al pensar que estaban encantados dieron a acometerlos, por lo  que se hizo sonar la campana, haciéndose fuero y matando a 150, el resto con el  morabito incluido escaparon al saltar las tapias de la Alafia por su poca altura". 
     Por lo demás, también quedan testimonios de aquellos españoles que  fueron desterrados a estas tierras, unos por delincuentes y otros por discrepar  del gobierno de turno, como les pasó a la mayoría de los ilustrados pero, eso,  es otra historia. Se presenta también como nexo de unión entre la Vieja y la  Nueva Melilla.
   En el  segundo recinto destacan estos puntos siguientes:
Plaza de Armas (1)
   El túnel de San José o puerta de la   Victoria nos da paso del tercer recinto a la plaza de  Armas centro del segundo recinto, hoy ajardinada y hasta 1.906 fue el Presidio de la Ciudadela. Al fondo de  la plaza, a la izquierda, hay unas escaleras que conducen a una terraza bajo la  que se encuentran excavados los antiguos calabozos del Presidio.
   El primer asentamiento de la población española tras la toma del Peñón  en 1.497, se encuentra enclavada en lo que históricamente se conoció como «Villa Vieja» (2º y 3º recinto fortificado). En el interior del segundo recinto de  la ciudad antigua se encuentra la plaza  de Armas que constituye un espacio que ha sufrido con el tiempo importantes  modificaciones, por lo que la arqueología y las fuentes historiográficas, nos  han permitido conocer los diferentes períodos de ocupación por los que pasó.
   El material arqueológico localizado (excavado  desde 1.999 a  2.002) debajo de  ella, confirmaría en la antigüedad la presencia de una primitiva ciudad romana,  en un período de expansión urbanística de Rusadir, entre los siglos III a. C.,  hasta III d. C., también cerámicas y restos medievales de los siglos XIII al  XV, posiblemente en la Edad   Media fue una zona de mercado local, de ahí el nombre con que  se la conoció posteriormente, la "Alaphia"; numerosos silos con material  cerámico nos ilustran de épocas califal, omeya, almorávide, almohade o nazarí  en nuestra ciudad y que abarcan un período de cinco siglos, del X al XIV. 
   En la Edad Moderna,  a finales del siglo XV, la   Alaphia es denominada como «Villa Vieja» en contraposición con la Villa nueva o primer  Recinto, de época moderna también aparecen restos de diversas construcciones de  finales del siglo XV al XVIII.
   Las  excavaciones arqueológicas que se iniciaron en el año 2.000, como medida  preceptiva contemplada en el proyecto de rehabilitación y reconstrucción de la plaza  de Armas,  dan hallazgos, que a pesar de su deterioro, son de una gran importancia  histórica, ya que arrojan luz a las sombras que envuelven todo lo concerniente  a la Ciudad  prehispánica, remontándonos a unos orígenes púnicos y romanos. En las excavaciones de la Plaza de Armas en el 2.002, se encontró  una innegable capa de ceniza, lo que podría confirmar el incendio de la  ciudad por sus habitantes, previo a la llegada de las tropas castellanas entre  1.496/7.
 
    
    Situados en el centro  de la plaza de Armas, y mirando hacia  los cuatro lados, se observa hacia el este, una espléndida vista de la muralla Real (o batería Real) de la ciudadela perteneciente al siglo XVI, mas el foso y baluarte de Santiago, al  norte, una elevadura escalonada, construida en los últimos años con la excusa  de la rehabilitación de la zona, al oeste, la salida de la plaza a través del foso del Hornabeque y al sur, los baluartes  de San Pedro, y de San José Alto ( B ) denominado durante mucho tiempo como torre de Santa Anaestos  baluartes están unidos por una cortina con cañoneras) y los Llares o dientes de sierra ( F ), que componen la obra de escuela de  fortificación holandesa.
 
  
   Posteriormente  y ante los continuos asedios y ataques que sufrió la plaza en los siglos XVII y  XVIII, se decidió dividirla por un foso denominado Hornabeque y dejarla como plaza  de Armas, para las tropas de la guarnición de la ciudad, manteniéndose la  ermita de finales del siglo XVI, con la imagen de la Virgen de la Victoria, patrona de Melilla, trasladándose a  mitad del siglo XVIII a la iglesia de la Purísima  Concepción.
   El piso de la plaza estaba formado  por cantos rodados y los jardines eran de la conocida planta  "uña  de gato", el lugar disponía de bancos de ladrillo y algún que otro  cañón de la época a modo de decoración, desde su parte alta se observa la ensenada de los Galápagos, una bella entrada de mar sostenida  por una sólida cortina de piedras, así como el foso de Santiago, de origen púnico y terminado en época hispana,  que separa el segundo y primer recinto. En el extremo opuesto del foso hay un  muro sobre arco ovalado que contiene en su interior la galería de comunicación con  los fuertes exteriores.
Recientemente  rehabilitada, la configuración que presenta actualmente, es la de una plaza con  grandes escalinatas, aprovechable para distintos tipos de representaciones  teatrales, actuaciones musicales, etc., desde la que se pueden contemplar  magníficas vistas sobre la ensenada de  los Galápagos y sobre el foso de  Santiago, así como una magnifica vista del primer recinto, recinto que  muestra la transición del medioevo al renacimiento. Para  superar el foso está el puente levadizo que da a la puerta de Santiago, por la  que se accede al primer recinto histórico. 
 
   

Baluarte de San Pedro (C)
El baluarte de San Pedro data del siglo XVII. En lo alto de una de sus esquinas sobresale un garitón. Se encuentra fuertemente ataludado. Era un medio baluarte que el gobernador ingeniero Pedro Borrás (1.716-19) transforma en un baluarte perfecto al estilo italiano. Presentaba once cañoneras entre merlones. Actualmente existe sobre su explanada un edificio levantado a mediados del siglo XX, aunque sus líneas encajan perfectamente con el antiguo baluarte.
Antiguo presidio de Melilla (2) (D)
En la plaza de Armas estaban los calabozos del antiguo presidio. Desde esa altura se puede ver hacia el norte, la ensenada de los Galápagos y el foso de Santiago (E).
   Bajo la plaza de Armas se  excavaron los calabozos del antiguo Presidio de Melilla, lugar donde cumplían condena  los desterrados, penados y confinados políticos hasta 1.906, donde se inauguró  la cárcel en el fuerte de Vitoria Grande en el cuarto recinto, hoy día la plaza está   ajardinada. En épocas de grave peligro armado para la plaza, estos  condenados contribuyeron muy eficazmente, incluso con las armas, en la defensa  de la Ciudadela. A  la derecha de la plaza cerca de los antiguos emplazamientos de los cañones de  la batería en dientes de sierra, está situado el monumento a Carlos Ramírez de  Arellano, gobernador de la ciudad, muerto en 1.646 en una emboscada.
   Al antiguo presidio, hoy se llega a través de la rampa o del escalonado  que, dicen que es un anfiteatro, instalado en la plaza. En el norte de Africa,  habían tres presidios menores: Melilla,  Alhucemas, y Peñón de Vélez. Todos ellos eran casi constantemente atacados,  sus defensores permanentemente eran ocupados con la defensa de sus posiciones y  la reparación y la extensión de sus fortalecimientos se hacían con los  prisioneros. Además, el Reglamento de 1.716 hizo una distinción clara entre las  dos clases de prisioneros: desterrados, los hombres condenados al servicio  de armas (brazos), y presidiarios, los condenados a  trabajos forzados sobre los fortalecimientos. Existían además brigadas  separadas para desterrados y presidiarios. 
 
   
   Poco le costó al  capitán Ariza, (Francisco Ariza Gómez -1.893) convencer al general Macías de formar una guerrilla (la partida de la muerte) al estilo cubano, con miembros procedentes del  penal. Salió publicada la orden por la que el ministerio de la Guerra autorizaba la  guerrilla y a los dos días de llegar ya estaba operando por los cerros de  Melilla con los primeros 22 presos que el general puso a su disposición. La  mayoría de los presentes en la plaza veían con simpatía la actuación de tan  singular unidad, lo mismo puede decirse de la prensa peninsular que en buena  parte se deshacía en elogios hacia el capitán Ariza y sus hombres.
   No todos,  evidentemente, pensaban así. Algunos jefes y oficiales encontraban humillante  que la seguridad del territorio melillense su hubiera puesto en manos de  personas condenadas a graves penas de prisión por delitos de sangre.
   También parece cierto  que los penados no hacían su trabajo por motivos exclusivamente patrióticos,  sino más bien porque el capitán les había prometido una revisión de sus  condenas una vez finalizadas las operaciones. No puede negarse, sin embargo,  que expusieran su vida a diario por una vaga promesa, y que no escatimaran  esfuerzos para conseguir que los rifeños abandonaran sus trincheras y garantizar  la seguridad nocturna de Melilla. Era un extraño espectáculo contemplar al  capitán  Ariza, con traje de paisano y  sombrero hongo, al frente de sus hombres, vestidos con el uniforme del presidio  y armados de viejos fusiles y facas, más propias de bandoleros que de tropas  combatientes.
   Esta guerrilla “Partida de la Muerte” motivo el famoso  caso Farreny Riera, presidiario leridano (de Alguaire) que mutiló los  pabellones auriculares al moro “Gato” (Sidi Mohamed Asmani), tras un proceso  sumarisimo y para que sirviera  de  ejemplo a los rífeños y soldados españoles, fue fusilado en la explanada del fuerte Camellos.
   En la sesión del Congreso del 5 de mayo de 1.894, varios procuradores,  algunos de ellos militares, sacaron a debate el consejo de guerra y  fusilamiento de Farreny, Nicolás Salmerón, republicano, definió  al asunto como un caso de asesinato legal, censurando al gobierno por admitir  como válida la aplicación del código ordinario en un caso como aquel, al final la actuación de Martínez Campos fue la de un general en territorio  en estado de guerra y por ello, perfectamente de acuerdo con los códigos en  vigor.
 Soldado siglo XIX
             Soldado siglo XIX                
      El  24 de octubre de 1.819 muere en este presidio de Melilla y en la miseria, el preso político Francisco  Sánchez Barbero (tiene calle en Melilla), escritor muy lírico y de inspiración  ampulosa. Francisco Sánchez Barbero era uno de los intelectuales liberales que se opusieron al rey  Fernando VII   y por orden expresa del mismo fue trasladado al Presidio Menor de Melilla en la noche del 17 de diciembre de 1.815,  llegando a ella el 04 de enero de 1.816, venía con una condena de diez años.
Llares o dientes de Sierra.
-   Se encuentran al sur del recinto, tenían precedentes de las murallas  medievales y alcanza su forma definitiva en el siglo XVIII, pero al adosarles  los edificios del creciente barrio del Mantelete quedan desfigurados sobre el  1.888.

El Mantelete (4).-
   Al  pie de las murallas, el primer barrio que se construyó en extramuros fue el  Mantelete, se puede uno hacer la idea de cómo estaba configurada la ciudad  antigua y para qué servía el segundo Recinto, como avanzadilla del primero  junto a la desembocadura del río de Oro que, por aquel entonces, fluía por esa  zona. De aquí se puede observar el baluarte de San José Bajo (A) y los dientes  de Sierra (F).
   En lo  que respecta a los ensanches que se proyectaron, para toda la primera mitad de  este siglo, se caracteriza a nivel general por un abandono económico de la  ciudad por parte del Estado Español, consecuencia de las grandes crisis que  asolan al país durante estos años. Por tanto, se mantendrá la estructura urbana  y defensiva de la ciudad, tal cual la dejamos al finalizar el siglo pasado.
   Será  en la segunda mitad del XIX, en concreto a partir de 1.840, cuando empiecen a  modificarse algunos aspectos espaciales de la zona, por un lado el ensanche de  las fortificaciones situadas en la ciudad y defensa exterior de los muros a  través de fuertes aislados, sólo se llevaron a cabo una mínima parte de éstas,  pero que afectan a la evolución histórica del espacio que nos ocupa. Entre  ellas destacamos la construcción del Muro X, en 1.878, y las primeras manzanas  del primer barrio extramuros con el contó la ciudad, desde 1.880 a 1.888 y el barrio Mantelete  construido por el ingeniero militar Eligio Souza y Fernández de la Maza entre  1.880 y 1.891.
   Por otro lado, los materiales acarreados por el río hacen variar la fisonomía geográfica de la Ciudadela. Así, en menos de un siglo, donde estaba el mar  abierto aparece una playa denominada del Mantelete bajo las murallas del baluarte de San José. Estas crecidas y los frecuentes  intentos enemigos de entrar a las murallas utilizando los espacios nuevos que las circundaban, así como el  peligro de derrumbe de la Torre deSanta  Bárbara como  consecuencia de la plantación, por parte del enemigo, de cañas para la  desviación intencionada del cauce del río, hará que los ingenieros militares  tengan como objetivo prioritario el proyecto de nueva desembocadura del río del  Oro. 
   Este proyecto será encargado, al  ingeniero militar  Francisco  Arajol y de Solá, pero efectuado por el coronel de ingenieros Francisco Roldán y Vizcaíno, y  consistirá en excavar el nuevo río entre el cerro de San Lorenzo y el del  Tesorillo. En marzo de 1.872 finalizan estas modificaciones. Sin embargo, no  tuvieron el éxito esperado, ya que desde estas fechas hasta la primera década  del siglo XX se producen graves inundaciones en los huertos, anegándolos y  produciendo incluso, pérdidas personales en la zona de las barracas del  mantelete, teniendo que derribar, en varias ocasiones, parte del Muro X para el  desagüe del estancamiento, de más de un metro, de las aguas acumuladas en el  interior.
   Otro aspecto a considerar a finales  de este siglo es, el aumento significativo del número de barracas, que se  situarán bajo las murallas de la plaza de  Armas. Con la creación del nuevo barrio del Polígono en 1.888, se produce el desalojo de las barracas y su  traslado a éste barrio. En el solar que queda, tras esta reubicación, se  construyen las cuatro manzanas que hoy en día permanecen cerca de la muralla.  Esta situación de prosperidad en la zona, harán que surjan nuevos  establecimientos tanto privados como militares. Esta zona del Mantelete tendrá  un papel fundamental en el desarrollo de los sucesos de la campaña de Margallo,  en 1.893.
   El ejército al no tener alojamiento, se instalará en cuarteles  provisionales con barracones de madera en esta zona. Esto hizo que el barrio  albergara los batallones de artillería, el depósito de ganado (que se ubicaría en el espacio que hoy ocupa la plaza  de Yamín Benarroch)  y los almacenes de paja y leña (emplazados en el  espacio que ocupó en su día la estación de autobuses).
 

   Ya en la última década del siglo XIX  tuvo lugar el derrumbe de la luneta de  Santa Isabel, por mandato de la Junta de Arbitrios (antiguo  Ayuntamiento), en 1.896, y  se edificó en el solar resultante un cuartel de la Guardia Civil para  albergar una unidad de este nuevo cuerpo. Un año más tarde, se derribará el  muro divisor del mantelete y en su lugar se establecerá un mercado, con estructura de  hierro, creado para la venta de productos de primera necesidad y se  conserva en la actualidad. Alrededor de éste y a espaldas de la casa cuartel de  la Guardia Civil,  se trasladará el mercadillo de San Jorge, donde la anarquía de los puestos, así  como lo pintoresco de los productos en venta crearían un verdadero zoco. 

     Las  actuaciones de acondicionamiento en el 2.005 se realizan en el segundo recinto  fortificado de Melilla y consisten en la integración urbanística de los  vestigios arqueológicos aparecidos en la zona central de la Plaza de Armas a resguardo del Llares de Mantelete y su extensión hacia  el baluarte de San José, mediante la  urbanización completa del adarve y la plataforma. 
 
   
En marzo de 2.011 se ha restaurado el túnel de Hornabeque y se da por zanjado el proyecto de recuperación del segundo recinto de Melilla la Vieja o Pueblo. Dentro del túnel se han escenificado dos ruedas, ubicadas en compartimentos semicirculares, para mostrar el mecanismo de elevación del puente, antes levadizo, por el que se accede a él. En la plaza de Armas, se ha ubicado un kiosco, tendrá un régimen de visitas con horario y acceso restringido a los vehículos particulares, de modo que no estará abierta al público en todo momento porque, según se ha determinado, “esto ya es un recinto que se debe visitar como si se tratase de un edificio monumental”.
http://www.youtube.com/profile?user=librerusadir#p/u/148/h_XkLHuES_0
Escrito por Francisco González Pomares el 06/01/2014 a las 21:50

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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